Momento Justo

Heidegger fue un gran filósofo existencialista y esta historia está basada en un hombre que fue un verdadero seguidor suyo.
 
No es bueno cerrar puertas de forma rápida, pero en algún momento debe hacerse para impedir el paso a los ladrones, a mi personaje se le olvidó echar la llave, o más bien no quiso hacerlo. En mal momento Andrés Parmeggiani decidió leerse " Ser y Tiempo"  de Heidegger, ya que como el mismo filósofo dijo las emociones están involucradas en las cuestiones que nos hacemos. Andrés era un hombre tranquilo, sin inquietudes, con su trabajo, sus amigos, su hijo y alguna que otra afición (le encantaba coleccionar frases escritas por gente que ni siquiera conocía) Pero como en todos los cuentos, hace falta una acción, así que Parmeggiani, en breve, dejará de ser aburrido.
 
Caminaba por la calle un día, buscando, como de costumbre, un papel en el suelo con algo escrito. ¿Por qué hacía esto? Tal vez buscaba en el tipo de letra a su alma gemela o analizaba el estado de ánimo de cada persona por curiosidad, o…¿Quién sabe? Algo en su interior le decía que en una de esas frases encontraría algo que cambiaría su vida. De momento, nada interesante. Listas de la compra, apuntes de algún idioma, un trozo de carta rota en mil pedazos… Las iba calificando según en el lugar que las encontraba, a la hora exacta del hallazgo. Pronto llegó a su casa y se echó en el sofá. Cogió el papel con parte de la carta y leyó una frase "Sólo hay mundo donde hay lenguaje, como decía Heidegger y tú me niegas la palabra, me niegas el lenguaje" Por supuesto a sus años Andrés Parmeggiani había leído algo de Heidegger, pero nunca se había puesto a pensar sobre lo que éste decía. Se levantó y miró en su biblioteca, allí estaba, polvoriento pero intacto, nuevo. "Ser y Tiempo" de Heidegger. Lo abrió, aún sin demasiada curiosidad y comenzó a leer.
 
Nadie sabía decir qué pasaba con Andrés Parmeggiani, no iba al trabajo, no salía de casa, no contestaba al teléfono ni a la puerta. Así que al tercer día, su hijo, preocupado, pidió a los bomberos que echaran la puerta abajo. Al hacerlo se encontraron a Parmeggiani tranquilo, leyendo un libro. No pudieron separarle de él, y habló poco, dijo que se encontraba bien y que lo dejaran en paz. El hijo se fue enfurecido, lo despidieron del trabajo y perdió a sus amigos, ya que a todos los echaba de la casa de mala manera, él sólo quería leer. Al tiempo, convencido ya de que se había leído suficientes veces el libro como para sabérselo de memoria, cogió un lápiz y un papel y comenzó a pensar. Había decidido seguir todos los pasos de Heidegger hasta el final y así lo haría. Para empezar no debía nunca dejar de cuestionarse nada. Todas las preguntas que se planteaba las apuntaba para volver a ellas una y otra vez. Esas cuestiones por supuesto, le llevaban a otras cuestiones que tampoco debía olvidar. Heidegger decía que cuestionarse cosas para luego cortarlas era una forma falsa de existir, y él quería existir de verdad, así que no podía dejar ninguna cuestión atrás. Se preguntó por la Nada, para ahondar más en la pregunta del Ser. Pronto se vio rodeado de montones y montones de papeles con miles de preguntas, papeles que debía repasar para no olvidar plantearse ninguna cuestión. Locura lo llaman algunos, él lo llamaba existir, como Heidegger. Poco a poco Parmeggiani se iba consumiendo y todos decían que el pensamiento terminaría con su persona, y tal vez así fue, ¿quién sabe? Aunque otros culpan más bien a su hijo.
 
Andrés Parmegiani repasaba tranquilamente todos sus apuntes, cuando un hombre armado entró en su casa. Parmeggiani al verlos cogió un lápiz y comenzó a escribir. Fue demasiado tarde para él, olvidó cambiar la puerta tras la visita de los bomberos. Lo asesinaron. ¿Por qué? Una de esas miles de cuestiones que uno no debe dejar de plantearse si quiere existir de verdad y no falsamente. Las miles de hojas escritas aún hoy se conservan. Muchos filósofos lo han leído, pero sólo había preguntas, ninguna respuesta. Tan sólo el comienzo de la respuesta a la pregunta del Ser, la primera de las cuestiones: "El Ser es…" y ahí fue cuando le dispararon, una gota de sangre cayó justo en el lugar en el que Parmeggiani habría escrito la solución. Muchos dicen que lo tenía todo previsto y que con la gota de sangre quiso decir "El Ser es la propia Muerte" otros le dan un sentido religioso al asunto y dicen que fue un milagro, que era una señal,  que aquella gota debía ser la sangre de dios, por tanto quería decir que "El Ser es Dios".
 
Lo cierto es que el asesino dejó una nota antes de marcharse "Quien piensa a lo grande tiene que equivocarse a lo grande." M.Heidegger" Su letra coincidía con la del trozo de carta que había hecho pensar a Andrés Parmeggiani.
 

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